Manuel Benítez Carrasco
Poeta español
Granada
1922-1999
Voces para un poeta (III)
Audio:Bloguera invitada:
Susana Peiró autora del blog: La Cueva de Susana
Mujeres con historia :Mendoza- Argentina
Tus cinco toritos negros, es un apasionado y dramático poema de Benítez Carrasco, acerca de la lucha contra los propios sentimientos.Comienza coqueteando con sus recuerdos, y a medida que éstos se vuelven más vívidos e intensos, los rechaza una y otra vez. Se opone con la razón, intenta convencerse de que ese amor no es ni será suyo… Y finalmente la pasión gana esta partida.Los ojos,el pelo,la boca,el beso y el cuerpo de su amante, esos cinco Toritos Negros, saltan la barrera de su voluntad.Ha sido un placer aportar. una versión más,con algún saborcito argentino a estas célebres letras.
Susana .
Tus cinco toritos negros
«En la plaza del querer
tus cinco toritos negros
me traen a mal traer».
«En la plaza del querer
tus cinco toritos negros
me traen a mal traer».
Contra mis cinco sentíos,
tus cinco toritos negros:
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco
tu cuerpo, torito negro.
Christian Gaillard Nude III Óleo |
Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mis manos,
les hizo sombra tu pelo.
Barreras puse a mi boca,
tu boca les prendió fuego.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las hizo leño.
Y puse duras barreras
de zarzamora al recuerdo
y saltó sobre las zarzas
tu cuerpo, torito negro.
Deja, que no quiero verte.
Déjame que no te quiero.
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mis manos,
les hizo sombra tu pelo.
Barreras puse a mi boca,
tu boca les prendió fuego.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las hizo leño.
Y puse duras barreras
de zarzamora al recuerdo
y saltó sobre las zarzas
tu cuerpo, torito negro.
Deja, que no quiero verte.
Déjame que no te quiero.
Christian Gaillard Carmesi Óleo |
Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo.
Tus ojos me perseguían
Como dos toritos negros.
Y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
tu pelo se me enredaba
como un torito negro.
Y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro.
Tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
Y luego mordí mi almohada
para contener mi beso,
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
sobre un caballo de miedo.
Tus ojos me perseguían
Como dos toritos negros.
Y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
tu pelo se me enredaba
como un torito negro.
Y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro.
Tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
Y luego mordí mi almohada
para contener mi beso,
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
Y luego arañé mi carne
de tentación y deseo
para que no me gritara
que yo te estaba queriendo.
Y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante los ojos
igual que un torito negro.
Deja, que no quiero verte.
Déjame, que no te quiero
El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos por mis venas
a galope por mi cuerpo
y yo jinete sin rienda
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.
Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, mentira infinita,
gritando que no te quiero.
Salí por aire al balcón...
me tropecé con el cielo.
Aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro
en que me hirieron, al paso,
tus cinco toritos negros.
Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.
Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.
Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
como un mar de amor dormido:
... que te quiero... que te quiero...
Y se me escapó la voz;
grité: te quiero, te quiero.
de tentación y deseo
para que no me gritara
que yo te estaba queriendo.
Y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante los ojos
igual que un torito negro.
Christian Gaillard Marie Sara o Rejoneadora Óleo |
Déjame, que no te quiero
El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos por mis venas
a galope por mi cuerpo
y yo jinete sin rienda
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.
Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, mentira infinita,
gritando que no te quiero.
Christian Gaillard Pimiento y Oro Óleo |
me tropecé con el cielo.
Aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro
en que me hirieron, al paso,
tus cinco toritos negros.
Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.
Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.
Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
como un mar de amor dormido:
... que te quiero... que te quiero...
Y se me escapó la voz;
grité: te quiero, te quiero.
Christian Gaillard Taleguilla-Burdeos Óleo |
Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no metí mis manos
bajo un embozo de fuego.
Junté mi beso a tu boca,
junté mi boca a tu beso,
y otra vez aquel dolor
y aquel temblor de recuerdos
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.
Te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.
Aunque no puedo quererte,
Te quiero. Aunque no debo quererte,
Te quiero. Aunque en cunas de tu casa
Se está meciendo un almendro,
Te quiero. Aunque tú tienes dos lirios
Que se te cuelgan del cuello,
Te quiero, te quiero.
contra la cal de mi encierro
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no metí mis manos
bajo un embozo de fuego.
Junté mi beso a tu boca,
junté mi boca a tu beso,
y otra vez aquel dolor
y aquel temblor de recuerdos
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.
Te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.
Aunque no puedo quererte,
Te quiero. Aunque no debo quererte,
Te quiero. Aunque en cunas de tu casa
Se está meciendo un almendro,
Te quiero. Aunque tú tienes dos lirios
Que se te cuelgan del cuello,
Te quiero, te quiero.
Christian Gaillard Nude Óleo |
Y aunque ponga más barreras
de zarzamora al reduerdo
para que nunca las salten
tus cinco toritos negros,
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro,
te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.
de zarzamora al reduerdo
para que nunca las salten
tus cinco toritos negros,
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro,
te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.
Manuel Benítez Carrasco.
Manuel Benítez Carrasco es uno de los poetas españoles contemporáneos más interesantes. Poeta y excelente declamador en 1949 visitó por primera vez Argentina contratado por una compañía de variedades; regresando de Buenos Aires en 1955. Recorrió buena parte del continente hasta residenciarse en México, donde trabajó durante años para la Casa Domecq como primera figura de los espectáculos que organizaba recitando su poesía. Incansable viajero su vida transcurrió entre Madrid, Andalucía e importantes estancias en varios países Hispanoamericanos donde fue un escritor muy conocido. La vocación de Benítez Carrasco como poeta e interprete quedó registrada en diversas grabaciones discográficas para Hispavox entre las que destacan; Mi poesía andaluza, Caminos o México sonoro.Tus cinco Toritos Negros fue musicado por el maestro Juan Solano Pedrero. Rocío Jurado lo incluyó en un L.P editado en 1975 con el título genérico de:Soy de España.
Música;Ojos de la Alhambra -Vicente Amigo.